Gertrude Bell fue una mujer viajera, arqueóloga, escritora, politóloga y espía del gobierno británico que vivió entre finales del siglo XIX y comienzos del XX.
En la época victoriana se esperaba de toda mujer que se casara y tuviera hijos pero Gertrude no consiguió encontrar esposo a pesar de sus muchas y buenas cualidades. Es por ello que decidió dar un giro a su vida y se marchó a Irán.
Transcurrido un tiempo obtuvo una propuesta de matrimonio de Henry Cadogan, secretario de la embajada, que su padre desestimó por no tener un nivel económico acorde al estatus de la dama. Ella lo asumió con mucha tristeza.
A su vuelta a Inglaterra escribió un libro titulado Persian Pictures, viajó por Europa y regresó de nuevo a Oriente donde, como secretaria para Oriente, tomó sus propias decisiones políticas y tuvo su influencia en la construcción de Irak. Este tipo de vida tan intenso le permitió a Gertrude mostrarse lejos de la melancolía y la tristeza. Murió sin haber encajado en la sociedad que le tocó vivir.
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